KUSEN DE LUC BOUSSARD EN LA SESSHIN DE SEVILLA (ESPAÑA)
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Maestro Zen Luc Boussard |
Quiero en principio disculparme
por llegar tarde al zazen y por tener que hacer el kusen en francés. Quiero
decirles también que estoy muy feliz y muy honrado de estar con vosotros aquí,
en el antiguo dojo de Sevilla, en el corazón de la ciudad, con vosotros para
practicar zazen, para practicar el zazen auténtico que nos transmitió el
maestro Deshimaru.
Hay una dimensión del zazen del
maestro Deshimaru de la que no se habla a menudo, pero que para mí es
fundamental. Es la dimensión de la fe. El Maestro Deshimaru nos comentaba hasta
qué punto había sido influenciado, por supuesto por Kodo Sawaki, pero también
por la fe primaria, popular, de su madre. Su madre que practicaba el budismo de
la Tierra Pura, el budismo popular de Japón. Y la frase esencial de esta
enseñanza es “remitirse a la fuerza de otro”.
Dicho de otra forma, es tener una
total confianza en aquello que va más allá de nosotros, aquello que nos
sobrepasa. No confiarse a las propias fuerzas. Fiarse de la fuerza de otro. En
zazen, en la práctica de la vía, con nuestras facultades personales no llegamos
a ninguna parte. Ni con la propia inteligencia, ni con la propia voluntad.
Dejamos todo atrás como cuando salimos por la puerta del dojo. Dejamos atrás
todas nuestras categorías, las propias ideas personales, nuestras ambiciones,
nuestras inquietudes, dudas. Nos remitimos completamente a las fuerzas de
otros. Y la fuerza de otro en zazen es la fuerza de zazen, la fuerza de la
postura.
El Maestro Deshimaru a menudo
decía : “Pensad con el cuerpo.” Lo que ocurre en nuestra cabeza no es
importante. Podemos observarlo a partir de la postura, a partir de la
respiración. Y encontrar la justa distancia en relación a nuestros procesos
mentales. Nuestra presencia, nuestro ser, están completamente implicados en la
postura y en la respiración. La justa distancia en relación con nuestros
procesos mentales, dicho de otra forma, es no apropiarse, no asir, no
rechazar... Ninguna identificación. Es el justo tono por el estiramiento de la
columna vertebral. Estirar los riñones, recoger la barbilla, mantener un buen
contacto entre los pulgares. Estirar el canto de las manos y llevarlos contra
el bajo vientre, al mismo tiempo relajar todas las tensiones de las piernas, de
los hombros, de la espalda, de los músculos de la cara, relajar completamente
el vientre, y dejar todo el hálito vital, toda la energía de la respiración que
se recoja en el hara, en el bajo vientre, bajo el ombligo. El resto no es
importante. No hay nada que obtener. No hay ningún problema que solucionar.
Sencillamente ser completamente aquí y ahora. Todos los maestros de la
transmisión nos han dicho que cuando no hay ego el universo entero se convierte
en el ego. Cuando uno está bien centrado es el centro del mundo, sin principio
ni fin. El ahora viviente del tiempo dice el maestro Eckhart.
Desde hace algún tiempo estoy
comentado el Shobogenzo del maestro Dogen. Se trata del capítulo yui butsu yo
butsu. Yui butsu yo butsu es una frase de un Sutra antiguo que Dogen retomó,
que quiere decir: “Sólo Buda conoce a Buda”. Para nosotros es una suerte
extraordinaria que estas enseñanzas hayan atravesado los siglos para llegar
hasta nosotros. Gracias a los maestros como Kodo Sawaki, Taisen Deshimaru, que
nos han transmitido la verdadera postura, de forma que todos nosotros, aquí y
ahora, podemos hacer la experiencia íntima de esta enseñanza. Porque como sin
duda sabéis, estas enseñanzas no tienen nada que ver con la filosofía, con la
teoría... Se trata de nuestra existencia misma.
Zazen es únicamente una cuestión
de actualización, de realización, de experiencia íntima. “Sólo Buda conoce a
Buda”, quiere decir que Buda no es accesible al hombre ordinario. Cuando
decimos esto debemos comprender bien que el hombre ordinario no son los otros,
el hombre ordinario somos nosotros, cada uno de nosotros, el hombre ordinario
es el ego. En el texto Dogen dice:”Cuando hayáis comprendido que pensar no
sirve para nada entonces inevitablemente encontraréis la vía”.
“Sólo Buda conoce a Buda” quiere
decir que la budeidad, dicho de otra forma nuestra naturaleza profunda,
esencial,no es accesible a nuestros pensamientos. Está más allá de nuestros
deseos, nuestra imaginación. Es cuando dejamos toda intervención que “Buda
conoce a Buda”. La enseñanza de Dogen es absolutamente maravillosa. A la vez
hay una intransigencia implacable — “Practicar como si tuviésemos un fuego
ardiendo encima de nuestra cabeza”
— y a la vez el “espíritu de la
abuela”, un espíritu de abandono, de bondad; a la vez está el esfuerzo y el
soltar presa. Son dos dimensiones inseparables de nuestra práctica. El esfuerzo
está presente en la postura, en el estiramiento de la columna vertebral. El
soltar presa se traduce en una distensión de todos lo músculos y bien entendido
en la conciencia hishiryo que no se apropia de nada ni rechaza nada, que es
vasta, ilimitada, como un gran espejo que refleja todo, sin rechazar nada, pero
que tampoco retiene nada. Envía el reflejo de todo lo que pasa, pero las
imágenes no se quedan ahí, no pueden dejar huella. Ese gran espejo es el
cuerpo- mente de zazen.
Personalmente sus enseñanzas me
llenan de gratitud y me liberan de mi fardo. Ya no necesito correr en cualquier
sentido, para atrapar el satori, para comprender cualquier cosa, para atrapar
la sabiduría, para llegar a ser un gran maestro y educar a los otros.
Buda conoce a Buda. Todo es ya,
todo está cumplido. En otra tradición, el maestro Eckhart decía:”Allá donde
quieres ir, ya estás”, no hay necesidad de agitarse, no hay necesidad de
construir ninguna cosa, sencillamente consentir, dejar ser lo que ya es, no
intervenir, no interferir. Es zazen. Es verdaderamente la enseñanza del maestro
Deshimaru. Repetía a menudo: “Natural es mejor”.
En otro texto del Shobogenzo, en
Inmo, Dogen escribió: “En el universo entero en las diez direcciones, no existe
un solo lugar escondido”. Todo es transparente, no hay necesidad de aparentar,
de hacer como si... No hay necesidad de mantener, de alimentar una imagen de
nosotros mismos. Sé lo que eres. Ser verdadero en la vida y ser verdadero en
zazen. “El cuerpo derecho, la mente brillante”. No merece la pena fabricar
sabiduría, no merece la pena comprender cualquier cosa. Cuando habéis aprendido
que pensar no es absolutamente necesario, entonces, inevitablemente,
encontrareis la vía. Es lo que dice Dogen en Yui butsu yo butsu. El hombre
insatisfecho siempre quiere asir, quiere reducir el universo a sus opiniones,
razones, juicios. Pero uno no puede dudar de la realidad.”El universo entero es
una perla brillante”, dice Gensha.
Y en el budismo, en la psicología
budista, la razón no es más que un sentido entre los otros como el oído, la
vista, como el olfato. Dicho de otra forma, algo muy limitado para aprehender
la realidad. Por ello en zazen es mejor soltar presa, dejar pasar. Descender
profundamente en uno mismo. “Volver a la fuente” decía el maestro Deshimaru. El
hombre ordinario, el pequeño ego, no puede acceder al rostro original. Es
únicamente en el silencio y en la inmovilidad que Buda conoce a Buda, que la
naturaleza profunda se actualiza.
En otro texto del Shobongezo, en
el capítulo Uji, El ser- tiempo, Dogen dice esto: “El despertar se despierta
por la fuerza del despertar”. Dicho de otra forma, no podemos acceder al
despertar por nuestra propia voluntad y el despertar, en el zen que
practicamos, no es otra cosa que la condición normal; es decir: el estado del
ser, el estado de conciencia que no tiene trabas, ni es perturbado por sus
propias producciones. “El despertar es despierto por la fuerza del despertar”.
Y Dogen añade: “Las trabas traban las trabas”. Las trabas no pueden trabar El
despertar.
Dicho de otra forma, cuando los
fenómenos aparecen, cuando surgen las producciones mentales, las dudas , las
opiniones, las imaginaciones, las dejamos pasar. Ni nos apropiamos de ellas, ni
las rechazamos. “Con este vaivén comienza nuestra práctica”, es otra cita de
Dogen. Vaivén entre el vacío y los fenómenos. Vaivén entre el despertar y la
ilusión, entre la comprensión y la duda. Sin coagularse.
Eso es hishiryo, vaivén entre
pensamiento y no- pensamiento. Vaivén que va así más allá del pensamiento. El
pensamiento antes del pensamiento.
Dogen habla varias veces del
rostro original. Dice, por ejemplo: “Encontrar el verdadero rostro es el
destino del hombre”. Dice incluso: “El que está en el camino y no conoce el
rostro original es un imbécil”. Debemos comprender bien eso, debemos
convencernos de eso.
Practicar la via, practicar el
zen no quiere decir llegar a ser el responsable de dojo, llegar a ser un gran
maestro. Es hacer realidad que uno es un gran imbécil, y que no hay otra suerte
que encontrar el rostro original. La única urgencia es encontrar el rostro
original.
¿Qué quiere decir encontrar el
rostro original? Empleando la terminología del maestro Deshimaru, esto quiere
decir volver al punto cero de la conciencia. El punto donde cesan todos los
cálculos, todas las rumias. Nuestro rostro antes del nacimiento, nuestro rostro
antes del nacimiento del pensamiento, antes del nacimiento del karma, es el
estado del soltar total.
Ha sido muy bien descrito por el
maestro Eckhart en su sermón sobre la pobreza del espíritu, según las palabras
del evangelio: “Bienaventurados los pobres de espíritu”. El maestro Eckhart
explica que esta pobreza de espíritu, dicho de otra forma ese volver al punto
cero de la conciencia, consiste en no tener nada, en no saber nada, en no
querer nada, en no tener nada, ni siquiera un sitio en el que Dios pueda
reposar. Es exactamente como el poema del sexto patriarca Eno:”No hay espejo
donde pueda posarse el polvo.” No hay nada, no hay nada que saber. Es la
segunda negación “no saber nada”. No es fácil. Nuestra mente siempre quiere
saber: “Ahora yo estoy discutiendo, ahora yo tengo el satori, ahora yo no sé
nada...”
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